El sábado fue presentada la denuncia. Y el lunes, Can Ricart debía quedar vacío. Pero el juez rechazó la medida cautelar que permitía el desalojo e impidió así la acción de los Mossos, al menos hasta que el denunciante acredite que es el legítimo propietario. De esta manera, en la noche del domingo los Mossos de Esquadra debieron retirarse de Can Ricart y, adentro, todo fue fiesta. El lunes por la mañana, luego de la asamblea en la que se acordó acondicionar el espacio y contactar a otras organizaciones sociales ligadas a Can Ricart, empezó el trabajo en las naves.
En llamas. El fuego, siempre útil a la hora de eliminar basura
Agujeros. Algunos techos están rotos o reparados precariamente
¿Futuro circo?. Una de las grandes naves de Can Ricart.
En Can Ricart había, y sigue habiendo, mucho por hacer. Las naves están sucias y llenas de vidrios, cartones, hierros y todo tipo de basura. En el edificio hay electricidad, pero habrá que revisar si todas las tomas funcionan. El agua es otro tema importante, y habrá que atenderlo. Los lavabos están abandonados. Varias ventanas rotas, y algunos techos también.
Primero, las naves fueron vaciadas. Luego barridas y finalmente limpiadas con agua. Parte de la basura se quemó en tachos de metal y el resto se apiló provisoriamente en el pasillo central que da acceso a los diferentes galpones. Mientras unos se encargaban de estas tareas, otros pensaban los espacios, soñaban despiertos con el nuevo circo, imaginaban un trapecio acá y unas gradas allá, contra esa ventana. "La idea es mantener la misma estructura de antes: el circo, las pistas de skate, salas para talleres y conciertos. En la Asamblea de esta noche ya hablaremos sobre qué ha pasado, qué puede pasar y cómo gestionar este nuevo espacio que tenemos", comentaba esta tarde Marc Sampere, representante del colectivo artístico, a los medios que se acercaron a Can Ricart para cubrir los hechos.
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De a dos. Se trabaja en equipo, y se trabaja mejor
Polvo. En una de las naves medianas quedaba mucho por hacer.
Cambio. El mismo espacio, dos horas después.
El desafío es grande y nuevo. Grande, porque el proceso de convertir una fábrica abandonada en algo parecido a lo que había en Tánger 46 requiere de mucho tiempo, dedicación, creatividad y trabajo conjunto. Nuevo, porque desde el desalojo de la ex fábrica Giralt se han unido a La Makabra otros colectivos sociales y personas que comparten sus demandas. "Con esto, La Makabra se ha sumado a la lucha de Can Ricart contra el plan 22@" continuó Marc, dejando claro que el movimiento no es sólo una iniciativa artística sino un cuestionamiento a prácticas sociales y políticas que ya hace tiempo huelen bastante feo.
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